Porque tu lucha no es ver nacer el día para amamantar a su crio o a un marido olvidado que olvido calentar la cama, o aportar cien pesos para cubrir la cocina con las necesidades del hambre, cuando el tiempo corre con la prisa de los olvidados. Ella despierta antes de que el sol despierte en el oriente de los desterrados, antes que el hambre llegue de nuevo a pedir con el llanto amargo de unos hijos, que lloran con el apetito de los moribundos pidiendo perdón al cielo, por que solo pecados quedaron como recuerdos de un hambre que siempre tuvo apetito.
La tarjeta que acabas de ver puede ser tuya
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